Hace dos semanas he salido de ahí con una
lágrima en el canto del ojo. Después de siete años llegara mi último turno en
el sitio que ha acabado por ser como una segunda casa para mí.
Las despedidas fueran breves porque mucho me
iba en el alma. He crecido como profesional y como persona en Santa María, he vivido inúmeras experiencias,
momentos buenos y menos buenos, pero todos inolvidables.
Hoy me despedí con más tranquilidad, con la
cabeza más fría, a pesar de en la hora de del discurso me temblaren un poco las
manos. Me han preguntado sí vos voy echar de menos. Echaré de menos, siempre, a
todos los que me han recibido, acariñado, ayudado, que han tenido mucha
paciencia conmigo. Pero he cambiado para algo que yo buscaba, mi vida ha dado
una vuelta de 180º. Y cuando buscamos algo que queremos, solo tenemos que estar
contentos sí lo conseguimos. Y mirar para delante, como vos he dicho. Porque si
quedamos mirando para lo que dejamos para tras, podemos no tener las ganas
necesarias para agarrar el presente y futuro.
Del pasado quedan los recuerdos, las amistades y el compañerismo, que no tienen porque terminar.
Las personas pasan y las empresas siguen ahí.
Nadie es insubstituible, yo mucho menos. Espero haber hecho el suficiente para
dejar mi huella en vosotras (como vosotras dejasteis en mí), pero en este
momento ya hay otra persona que está empezando a construir su historia ahí.
Ayer salí de ahí, no con una lágrima, pero
con una sonrisa. De felicidad, por lo que es mí futuro inmediato y por todo que
he conseguido junto a y con vosotras.
Hasta cualquier día chicas…en la calle, en el
café o alrededor de una mesa!
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